miércoles, 18 de abril de 2012

IMAGINACION AL PODER


Recuerdo con mucho cariño aquellos tiempos en La Peña en los que no teníamos nada, solo nuestra imaginación y muchas ganas de jugar al aire libre. ¡Que ratos más buenos jugando a las cartas con mis amigos Jesús, Manolo, "el Jabato", Alberto y Jesús "el de los molineros", y tantos otros...! Cuando teníamos ocasión nos echábamos unos partidazos de futbol en la era después de la siesta, porque de día hacia demasiado calor como para hacer deporte, y si no nos íbamos a bañar al río al que los del pueblo siempre llamaron “El Piélago”.

Ahora rememoro estos recuerdos a través de las vivencias de mi hijo Mario. Desde que tiene 5 añitos el mismo día que le dan las vacaciones en el colegio, sale zumbando con mis padres al pueblo y no vuelve hasta finales del mes de julio para marcharse a la playa con su otra abuela y sus primos. El tiempo que disfruta en el pueblo es impagable. Es el mejor campamento o centro de alto rendimiento al que puede acudir un niño de su edad. Hoy todavía con sus 13 añazos pensamos que es donde mejor puede estar, ya tendrá tiempo de irse a Irlanda a practicar el inglés...
En sus vacaciones en el pueblo, Mario se olvida de todas las cosas o juegos de la ciudad, ya sea PSP, ordenador, televisión, blackberry, etc. Sólo disfruta de la amistad sin límites con su mini-pandilla: Juan Pablo, Celia, Julia, Diego y Paula. Los únicos niños que se pueden ver correr por las calles de La Peña con sus bicis durante todo el verano.


Disfrutan de esas cosas que tantas veces todos echamos de menos: aire libre y naturaleza, comida sana y de pueblo, paz y silencio, la tranquilidad de los horarios que no vienen marcados por el reloj, el “compartir lo que se tiene”, etc. Y claro está, ponen en funcionamiento algo que debería ser asignatura obligatoria en los colegios: la IMAGINACIÓN. Son capaces de jugar al tenis en el centro de la plaza del pueblo, con una red echa de sacos de piensos para los animales, como si fuera la mismísima pista central de Wimbledon, o de jugar en una calle estrecha como si fuera el Estadio de fútbol de Maracaná.

  
Sin olvidar esos juegos de toda la vida que se han ido quedando olvidados, porque en la ciudad somos muy finos y ahora tenemos a los niños ocupados con deberes y actividades extraescolares, y ya no permitimos que bajen a jugar a la calle, se caigan y destrocen las manos o las rodillas, como nos pasó toda la vida y crecimos estupendamente.

(Observar las piernas desolladas del futbolista)

Aquellos juegos casi olvidados ya, que eran recompensados con una "pedazo de medalla" y te hacia sentir olímpico por unos minutos y ser el orgullo de tu casa durante un buen tiempo.

Y esas construcciones realizadas con palos de madera, plásticos y cualquier material de desecho, que te hacían pasar tan buenos ratos entre amigos disfrutando de tu castillo o cabaña, siempre vigilada por “fieles cancerberos".

Sin olvidar esas meriendas en la cabaña que en compañía de amigos saben a gloria, o las partidas de “Monopoly” siempre bajo una sombra que te hacen sentir como el mismo“Rey del mundo”.



Aunque si lo que hay es que ayudar a los mayores, también se encuentra un rato donde subirse a las alpacas y echar un rato de risas en el tractor... pues no hay quien no se haya bajado alguna vez teniendo que quitarse las pajas que se pinchan en el trasero.


Pero lo que nunca, nunca, nunca se puede superar es una reunión alrededor de una buena mesa llena de ricos manjares, rodeado de tu familia y amigos... aunque el mantel sea de plástico y los platos de Duralex.