miércoles, 19 de junio de 2013

La UDS fue algo más que un equipo de fútbol

Nunca un escudo ha podido decir más cosas. El escudo de la Unión Deportiva Salamanca tenía además de sus iniciales, un toro bravo (orgullo de la provincia), una encina (alimento y refugio de nuestra ganadería), y el Puente Romano bajo el que pasa el río Tormes. 
Mi padre no habla del tema pero "su Salamanca del alma" ya no volverá a jugar en el Helmántico nunca más. Ayer, después de casi 91 años de existencia, la Unión Deportiva Salamanca ha desaparecido. Sólo la cercanía de las vacaciones a su amado pueblo pueden distraerle un poco de la catástrofe que para él significa el hecho de que el Salamanca ya no exista. Aunque he de decir que esto todos lo veíamos venir.
Cuando mi padre emigró del pueblo a la capital se podía sentir orgulloso de su tierra por personas como El Viti, que por entonces triunfaba en todas las plazas como mejor torero del momento,  por cantantes eternos como Rafael Farina, y claro está, por el equipo de la provincia: la Unión Deportiva Salamanca.
El Salamanca estuvo durante muchos años en primera división pavoneándose en algunas ocasiones con los grandes, incluso llego en varias ocasiones a ganar en casa a grandes como el Real Madrid, el Barcelona y el Atlético de Madrid. Siempre fue un equipo hecho de jugadores de la cantera y algún que otro extranjero que venía con ganas de comerse el mundo y demostrar su talento para dar el salto a un grande. De todos ellos, destacaron siempre los argentinos Jorge D' Alessandro, su compatriota Rezza, y el portugués Joao Alves que jugaba con guantes y como los ángeles.


De este equipo salieron jugadores como el medio-campista Ángel (jugó varios años en el Real Madrid), Sánchez Barrios que fue un extremo cojonudo y tanteado por los grandes durante varios años también, al igual que otros tantos jugadores, todos ellos nobles y trabajadores. Mención especial al que hoy es seleccionador nacional de futbol y, mundialmente conocido, D. Vicente Del Bosque González, que dejo su impronta de saber y deportividad que hasta el momento de la desaparición fue orgullo del equipo.
El estadio Helmántico, que ahora se subasta por unas decenas de miles de euros, fue durante mucho tiempo el único estadio totalmente cubierto y en el que nadie se mojaba por la lluvia. Motivo de orgullo para todos los salmantinos y, en particular, para mi padre que siempre me lo repetía una y otra vez cuando se inauguraba un nuevo estadio de fútbol.
Para un joven de la dura provincia de Salamanca que deja su casa, su pueblo, y su familia, este equipo era un referente, un motivo por el que acudir al bar los lunes o poder tener una charla deportiva con algún madridista y atlético de igual a igual. Cuando estás alejado de lo tuyo y algo así emerge, te ayuda a llevar mejor la lejanía de los tuyos.
A principios de los años 80 nosotros no teníamos coche. Mi padre aprovechaba los viajes de las peñas de los equipos madrileños para ir a Salamanca a ver a su Unión Deportiva del corazón. Yo siempre le decía a mi padre: "Papa te van a pillar, si tú no eres de ese equipo, sólo del Salamanca". Y él me decía: "Yo voy con ellos, y luego me voy con tío Mateo a otra zona del campo, me coloco mi gorra de la Unión y a disfrutar, y si encima le hemos mordido la oreja, cuando volvemos yo serio como ellos, pero para mis adentros sigo disfrutando y vengo orgulloso de mi equipo".
Mi tío Mateo (DEP) era un forofo del Salamanca, hasta bien poco antes de morir seguía yendo al campo todos los fines de semana. De joven se hacia el viaje a Getafe para verlo con mi padre en el desaparecido estadio de Las Margaritas. Alguna vez tuvieron algún problema con las otras aficiones, pero siempre se arreglaba todo como caballeros, no como ahora.
Siempre que íbamos a Salamanca mi anhelo era quedar con mi tío Mateo para oírle hablar del Salamanca. Lo vivía de tal manera que te lo metía en las venas, mi primo Michel y yo le mirábamos como a un Mesías, que con sus palabras y narrandonos las hazañas de los jugadores, que en ocasiones conocía personalmente, nos hacia sentir su orgullo como algo nuestro.
No quiero echarle la culpa de la desaparición del club a nadie. Creo que como dice el refrán: "entre todas la mataron y ella sola se murió". Es decir, esto viene de atrás. En el momento que el romanticismo del deporte pasa a ser sólo algo económico y las cuentas no terminan de salir, la cosa empieza a deteriorarse y a morir.
Hace muchos años mi padrino me invito a ir al fútbol. Partido de segunda división Salamanca-Almeria y cuando fui a pagar la entrada (que antes me había dado mi tío), me di cuenta del precio. Era más caro que un asistir a un partido de Copa de Europa en el Bernabeu. Aquello ya no lo vi normal. En una ciudad como Salamanca no puedes tener esos precios, ni antes, ni ahora evidentemente.
La pena es que con esta desaparición voy viendo que se me van mis recuerdos, mis buenos ratos siendo un chaval de 15 años en la Plaza Mayor de Salamanca oyendo hablar de fútbol o esperando que en cualquier momento mi tío Mateo viniera a Getafe a ver a su Salamanca y me trajese algún regalo. Recuerdo a mi padre llorando porque a su D'Alessandro (guardameta entonces) tenían que extirparle un riñón por una jugada fortuita durante un partido contra el Atlethic de Bilbao. En una ocasión que viajaba con Maribel hacia el pueblo, tuve ocasión de conocer personalmente a D'Alessandro y pude contárselo. Se sonrió y me dio las gracias por ello, además de muchos recuerdos para mi padre. Guardo este autógrafo en el pueblo con más cariño que si me lo firmara Messi o Ronaldo. Para mi es algo más que un autógrafo, es la firma del capitán que tantas veces había escuchado hablar a mi padre y a mi tío Mateo sobre sus hazañas bajo los palos de su portería.
Antes todo era más sencillo, contratos firmados con un apretón de manos, nadie gastaba lo que no ingresaba, los jugadores estaban más comprometidos con el equipo, ahora no queda nada de todo esto y quizás así nos va.
Los jóvenes de ahora viven como algo habitual el descenso y desaparición de su equipo de fútbol, pero nunca podrán experimentar esos sueños y esos desvelos de una provincia entera por una unión de deportistas que representaban a Salamanca.


Cuando el Salamanca se desplazaba a jugar a Vallecas, al Bernabeu, al Calderón o a Las Margaritas recuerdo la ilusión que le hacia a mi padre ver como paisanos suyos se reunían juntos en el estadio siempre en torno a La Unión Deportiva Salamanca. Siempre la misma frase: "¿Cuanta gente ha venido de Salamanca, verdad?.
Esos sueños de momento no se volverán a repetir...