ISABEL CLARA EUGENIA
Mi valoración personal de "Isabel Clara Eugenia" es de MUY RECOMENDABLE, otorgándole 3 tréboles. La autora ha construido una extraordinaria, entretenida y didáctica novela sobre la hija preferida de Felipe II, sin agobiar de abusivos datos históricos, sin tener la necesidad de plasmar parte de la documentación que ha requerido para escribir esta biografía hecha novela. La historia de Isabel Clara Eugenia estaba muy marcada por el periplo que paso bajo el auspicio de su todopoderoso padre, siendo postergada a un segundo plano, tal y como sucedía a todas las mujeres de la época. A pesar de tener de ella escasa documentación, por lo menos en el lado hispano, Isabel Clara Eugenia demostró grandes capacidades políticas, era culta, prudente e inteligente, además gozaba de buena salud y una belleza llamativa. A ello habría que incluirle que era digna heredera de sus tías (hermanas de Felipe II) y formaba parte de una saga de mujeres poderosas, cultas y piadosas de la casa de Austria. Era conocida como "la gran infanta" por parte de la corte europea, siendo la descendiente de una de las ramas más prolíficas y representativas de la Europa del momento. Era descendiente de los Austrias y de los Valois, a la vez que por su abuela Catalina descendiente de los Medici. Al contraer nupcias con su primo el archiduque Alberto erigen el “reinado” durante el tiempo que estuvo vivo el Archiduque, pero al no tener descendencia el control regio pasó a manos del hermano de Isabel, Felipe III. Como he resaltado con anterioridad a Isabel Clara Eugenia apenas nadie la recuerda. No existe ningún lugar cultural o público que lleve su nombre, apenas una sencilla calle en Bélgica porta el nombre de la rue Infante Isabelle. Sí tenemos retratos suyos pintados por Sánchez Coello de su infancia y de su adolescencia. Se conservan varios retratos de juventud que podrían ser autoría de Sofonisba Anguissola. Juan Pantoja de la Cruz la retrató antes de sus nupcias y más tarde Brueghel, Pourbus, Van Dick, pero sobre todo Rubens fueron sus retratistas durante su estancia en los Países Bajos. Si bien era costumbre en la época que el hombre, en este caso el archiduque Alberto, era quien dirigía toda la política del reino, aunque las directrices venían establecidas desde la corte en España, fueron ambos cónyuges, quienes de motu proprio, gobernaron aquellos ajetreados lugares con mucha mano tendida y buen juicio. Concediendo unos años de paz y prosperidad que no habían vivido en muchos años y que el pueblo anhelaba. Todas las monarquías europeas, así como sus embajadores, brindaron palabras elogiosas hacia el buen hacer de nuestra infanta, siendo justa, cabal, honesta, diplomática y sobre todo fiel a los designios impuestos y de obligado cumplimiento primero de su padre y más tarde de su hermano. Esta obra me parece un bonito homenaje a otra mujer desconocida para la historia (quizás por ser mujer) que de haberse cumplido o no otros designios históricos quizás hubiera sido una digna heredera de Isabel la Católica, dando un poco de "lujo y esplendor" a un periodo convulso, de constantes bancarrotas, de guerras, intrigas palaciegas y donde el fanatismo religioso llevó a grandes conflictos bélicos.